ALARMA EN AYSÉN POR MUERTE DE HUEMULES

La Región de Aysén, por su vasta extensión y baja densidad poblacional, se ha convertido en el refugio natural del Huemul. Una especie heráldica, endémica de Chile y Argentina que está en peligro de extinción no solamente por la destrucción u ocupación de su hábitat, el hostigamiento y ataque de perros, la caza ilegal, la conducción irresponsable de quienes transitan por caminos que cruzan parques y reservas a alta velocidad, atropellándolos y dándole muerte, sino también, porque al parecer -aún sin confirmación de exámenes de laboratorio- la población de huemules estaría siendo afectada por una enfermedad trasmitida desde el ganado doméstico (ovejas). 

Según algunas proyecciones, la población de Huemules ascendería a unos 1.200 ejemplares, de los cuales entre el 70 a 80% se encuentra en esta región. La reciente muerte de dos de ellos en la Reserva Nacional Cerro Castillo (2014-2016), podría ser causada por la misma bacteria que causa la Linfoadenitis Caseosa en rumiantes menores (ovinos y caprinos). 

Esta es una enfermedad de distribución mundial. Fue descrita por primera vez en el año 1888. Se presenta con mayor frecuencia en rebaños de ovinos y caprinos. Es común en países como Australia, Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda o Argentina, no obstante ello, también afecta a equinos -principalmente a vasos linfáticos y raramente a los ganglios- bovinos en bajo porcentaje, a cérvidos como el huemul o camélidos como el Guanaco, Llama, Alpaca, Vicuña y eventualmente, al hombre (zoonosis), en cuyo cayo es considerada una enfermedad laboral, circunscrita a población vinculada a actividades ganaderas y plantas faenadoras. 

Entre las enfermedades infecciosas, presentes en rebaños que forman parte del extenso listado de aquellas cuya presencia debe ser denunciada obligadamente al SAG (Servicio Agrícola Ganadero), como es la Fiebre Aftosa, Carbunclo Bacteriano (Bacillus anthracis) y el Sintomático (Clostridium chauvei), Triquinosis, Peste Porcina, BrucelosisSalmonelosis, por nombrar solo algunas, se encuentra presente, desde el año 1937, en el listado de enfermedades para los ovinos, la linfoadenitis caseosa (Decreto Nº 644), a diferencia de lo que sostiene el Sr. Julio Cerda (5/11(2015), Director Regional del SAG Aysén, que “esta enfermedad no es de denuncia obligatoria".

En Chile, es común en explotaciones del extremo sur del país -Regiones XI y XII- que coincide con ser la zona de mayor densidad ovina. Esta enfermedad de carácter crónico, de baja mortalidad pero alta morbilidad (número de individuos enfermos) lamentablemente no ha logrado motivar a los productores ganaderos para su control, subvalorando las pérdidas que ella genera, en términos de productividad y acostumbrándose a su presencia como una cosa muy natural o porque en definitiva, no la reconocen como una enfermedad. 

La linfoadenitis caseosa (LAC) o pseudotuberculosis, es causada por una bacteria (Corynebacterium pseudotuberculosis, también conocida como bacilo de Preisz-Nocard -sus descubridores- o Corynebacterium ovis). Es una enfermedad infectocontagiosa supurativa de tipo crónico, que se caracteriza por producir áreas necróticas o purulentas de tipo caseoso (masa amorfa, granular, parecida al queso) a nivel ganglionar; abscesos en diferentes órganos como pulmones, hígado y riñón; decaimiento generalizado, animales flacos y débiles, de producción menguada. En machos casos es común encontrar afecciones testiculares, (epididimitis, orquitis, escrotitis) que fácilmente se confunden en el animal vivo, con las lesiones producidas por Brucella ovis. Habría que agregar también, cuadros purulentos no capsulados afectando articulaciones, órganos y cavidades. Finalmente señalar que: los casos graves derivan en la muerte del animal como consecuencia de la presencia de varias toxinas, entre ellas la fosfolipasa-D (PLD) y la toxina diftérica, con una alta capacidad hemolítica y necrótica.

Esta es una bacteria anaerobia facultativa, Gram positiva, sin motilidad, que no forma esporas. Es excretada principalmente a través de las heces y permanece activa por varios meses, aún a temperaturas bajo cero. Es destruida rápidamente por los rayos del sol y por exposición a temperaturas de 58°C durante 10 minutos, así también por desinfectantes de uso común, aun cuando puede sobrevivir hasta 8 meses en el suelo, en corrales sobre superficies de madera, paja, heno o adherida a alambradas o vegetación durante semanas y meses en condiciones húmedas y frías, si no se desinfecta. 

Los antibióticos (muy sensible a ampicilina, cloranfenicol, eritromicina y penicilina G, menos sensible a la neomicina y tetraciclina) son efectivos sólo en cultivos “in vitro” (laboratorio) a excepción de la estreptomicina, sin embargo en animales vivos los resultados son relativos, debido a la incapacidad de éstos de penetrar en los focos de infección (ganglios caseificados o abscesos) generalmente protegidos por capas fibrosas o por áreas de necrosis o purulentas, por lo que el éxito del tratamiento es limitado. La intervención quirúrgica para extirpar ganglios o abrir abscesos y drenarlos, no es fácil y requiere la intervención de personal calificado (médicos veterinarios) y un régimen de confinamiento para su ejecución, siendo particularmente complejo en aquellos animales silvestres como es el caso del Huemul, que se encuentra en áreas de difícil acceso e incluso de difícil localización. Por ello estos tratamientos se realizan sólo a nivel de animales de alto valor y excepcionalmente en otros casos. 

El contagio, en el caso de los ovinos, se produce por heridas no desinfectadas o tratadas inadecuadamente. Marcas, castraciones, corte de cola, esquila y actividades propias de la ovejería. Ocasionalmente es producido por heridas generadas por alambradas, espinas, ramas, troncos u otras enfermedades que afecten a la piel y dejen heridas expuestas, facilitando su contagio. En consecuencia, una forma de evitar su difusión, es desarrollar un plan de manejo sanitario adecuado en los planteles ovejeros. Es decir, un plan de higiene. Desinfectar los utensilios empleados, antes, durante y después de su utilización. Desinfectar pabellones de esquila y corrales. Tratar adecuadamente cualquier tipo de heridas, como una condición básica y necesaria para su control. 

Entre las vacunas disponibles para inmunización de ovinos y caprinos, utilizada desde hace décadas, se encuentran la vacuna USDA (Nacional Animal Disease Center, Ames, IA USA) que contiene pared celular de Corynebacterium pseudotuberculosis no viable con o sin muramyl dipéptido y la vacuna GlanvaCTM6 (CSL Limited, Nueva Zelanda), que es una vacuna multicomponente que incluye antígenos ultrafiltrados de C. pseudotuberculosis, Clostridium perfringens tipo D, Clostridium tetani, Clostridium novytipo B, Clostridium septicum y Clostridium chauvoei.  

Ambas vacunas, de probada efectividad en ovinos y caprinos, en otros países, no han sido probada en Huemules, quedando, por confirmarse, mediante exámenes de laboratorio, que el agente causal sea Corynebacterium pseudotuberculosis. Como son especies diferentes a los ovinos, el SAG se encuentra evaluando en Nueva Zelanda información que pudiese de ser de utilidad para curar y prevenir este tipo de patologías, supuestamente desconocida, que estarían afectando a los huemules.